Aunque cueste creer, esto está sucediendo en Santiago del Estero, y los protagonistas son jóvenes envalentonados por el consumo desmedido de alcohol y de drogas. Se trata de una variante suicida de las picadas, pero con mayor carga de peligrosidad que pone en riesgo las vidas de terceras personas ajenas.
A los inspectores de Tránsito se les hace difícil encontrar a los participantes “con las manos en la masa” porque detectan rápidamente los controles.
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